12/03/25 | Noticias
Iván Nolazco
La historia económica de Argentina se asemeja a la de un viajero indeciso: llega al andén con el tren en marcha, observa cómo se aleja y, en lugar de correr para alcanzarlo, se queda de pie, preguntándose si era el tren correcto. El Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos es ese tren. Subirse implica riesgos, pero quedarse quieto es aún más incierto.
El gobierno de Javier Milei ha puesto sobre la mesa una decisión clave: abrir negociaciones para un TLC con la mayor economía del mundo. Más allá del debate ideológico, la pregunta no es si este tren es bueno o malo, sino si Argentina está preparada para el viaje.
El boleto al comercio global
Un TLC no es solo un pase de acceso a un mercado; es un itinerario que define las condiciones del viaje. No se trata únicamente de eliminar aranceles, sino de establecer reglas sobre inversiones, propiedad intelectual, estándares ambientales y cooperación tecnológica. Para Argentina, representa la posibilidad de integrarse en una red comercial donde el dinamismo y la innovación son la norma.
Los datos muestran que los países que han firmado TLC han visto un aumento promedio del 33% en su comercio exterior durante la primera década (Banco Mundial). En términos simples, el tren del libre comercio no solo avanza, sino que acelera el crecimiento de quienes lo abordan con estrategia.
Los países que sí se subieron al tren
Mientras Argentina sigue debatiendo en el andén, otros países de la región no solo abordaron el tren del libre comercio, sino que lo hicieron con inteligencia:
Chile (TLC desde 2004)
Las exportaciones no tradicionales han crecido significativamente en sectores como el vino premium, las frutas y la tecnología.
El PIB per cápita aumentó un 168,7% en dos décadas, pasando de USD 6.185 a USD 16.620.
La inversión extranjera directa (IED) ha superado los USD 30.000 millones anuales en sus mejores momentos.
México (TMEC desde 1994)
Su industria automotriz genera un millón de empleos y exporta USD 150.000 millones anuales.
El 60% de sus exportaciones son bienes de alta tecnología.
Perú (TLC 2009)
Primer exportador mundial de arándanos, espárragos y uva de mesa.
500.000 pequeños agricultores mejoraron sus ingresos al acceder a mercados externos.
Estos logros no fueron cuestión de suerte, sino de planificación: cada país desarrolló estrategias para agregar valor, capacitar a su fuerza laboral y fomentar la inversión.
Argentina, en cambio, sigue confiando en la protección como escudo: burocracia para importar maquinaria, costos logísticos un 20% más alto que el promedio regional y un sector tecnológico que representa apenas el 6% de sus exportaciones. El resultado no es soberanía, sino una obsolescencia programada.
Las oportunidades que Argentina no puede perder
Agroindustria 4.0: de la chacra al mundo
Argentina tiene capacidad para alimentar a 400 millones de personas, pero el 70% de sus exportaciones agropecuarias son commodities sin valor agregado.
Mientras Brasil vende café soluble a Starbucks y carne trazada con blockchain a China, Argentina sigue exportando granos sin procesamiento.
Litio: el oro blanco que sigue en bruto
Argentina posee el 21% de las reservas globales, pero produce solo 40.000 toneladas anuales.
Chile, con menos recursos, extrae 140.000 toneladas gracias a tratados que aseguran inversión tecnológica.
Industria tecnológica: la frontera invisible
Uruguay exporta USD 1.200 millones en software a EE.UU.
Argentina, con un ecosistema de talento similar, no puede acceder a contratos federales por falta de acuerdos de reciprocidad.
Un TLC bien diseñado podría aumentar el PIB argentino en un 2,5% anual, siempre que el país elija el vagón correcto: el de la innovación y el valor agregado.
Los mitos que frenan a Argentina en la estación
Mito: “Un TLC destruye empleos”
Realidad: Chile creó 900.000 puestos de trabajo tras su acuerdo con EE.UU.
El salario mínimo creció un 145% en términos reales.
Mito: “Perderemos soberanía”
Realidad: Perú incluyó salvaguardas para 500 productos sensibles. Hoy, sus exportaciones no tradicionales han crecido, su moneda es estable y su deuda externa es menor.
Mito: “Es un pacto para las élites”
Realidad: En Colombia, más de 2.000 cafetaleros artesanales lograron vender directamente a transnacionales estadounidenses gracias al TLC.
Cómo negociar sin que el tren descarrile
Plazos de adaptación: Vietnam protegió su industria automotriz por 12 años antes de abrirse completamente al mercado.
Cláusulas de salvaguarda: Mecanismos para evitar la inundación de importaciones que afecten sectores estratégicos.
Transferencia tecnológica: Como hizo Corea del Sur en los 80, exigir que las empresas extranjeras compartan conocimiento y tecnología.
Regulación de propiedad intelectual: Evitar acuerdos que encarezcan medicamentos y tecnología.
Diversificación de mercados: No depender exclusivamente de EE.UU., sino usar el TLC como plataforma para expandirse.
Infraestructura y logística: Impulsar la conectividad bioceánica para reducir costos de exportación y mejorar la competitividad.
El tren sigue en marcha, ¿Argentina abordará esta vez?
La cuestión no es si Argentina debería firmar un TLC, sino cómo hacerlo estratégicamente. Si el gobierno de Javier Milei diseña una hoja de ruta clara con protección de sectores clave y reglas de juego favorables, este tratado podría ser el catalizador de una economía más ágil, innovadora y globalizada.
Mientras tanto, el tren sigue su marcha…
Iván Nolazco. Escritor, periodista; especialista en agregado de valor y franquicias
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