26/12/24 | Noticias
Por Jorge Ossona
El mundo global le est谩 ofreciendo al pa铆s una nueva oportunidad de inserci贸n en un comercio mutante y multipolar. Un desaf铆o que requiere superar dos problemas hist贸ricos: el delay de nuestras experiencias insertivas, y su consiguiente volatilidad. Revis茅moslos brevemente. Cuando el periplo nacional finalmente se consagr贸 en 1880, ya hac铆a 30 a帽os que la Europa de la segunda etapa de la revoluci贸n industrial hab铆a iniciado su demanda de cereales en escala. El pa铆s estaba en condiciones ecol贸gicas de ajustarse a ese desaf铆o 鈥搖na de las tierras m谩s feraces del planeta鈥 pero carec铆a de habitantes suficientes y de transportes adecuados, ambos posibles de ser conseguidos en tanto se sentaran las bases de la seguridad jur铆dica de un Estado que pusiera fin a las guerras regionales y demarcara sus fronteras definitivas.
Logrados los dos requisitos, el flujo de inversiones e inmigrantes fue tan impresionante que hasta se top贸 con un 鈥渃uello de botella鈥 en 1890. Al cabo, 煤til en advertirnos las exigencias macroecon贸micas para la prosecuci贸n del progreso durante los siguientes 50 a帽os. Nuestro perfil estrictamente pecuario, calificado por los requerimientos de los frigor铆ficos, fue superado por el novedoso ciclo agr铆cola, y un desarrollo manufacturero al comp谩s de la expansi贸n del mercado interno, el r茅gimen arancelario indirectamente proteccionista y la convicci贸n industrialista de los principales l铆deres de la elite dirigente. Pero fue un despegue tan vertiginoso como a destiempo. De haberse logrado la resoluci贸n m谩s temprana de la organizaci贸n nacional tal vez hubieran sido m谩s perceptibles los l铆mites de un despliegue de cara a Europa que hacia el Centenario parec铆a indefinido.
La Primera Guerra Mundial fue el primer 鈥渃isne negro鈥 que nos deparaba el siglo XX. Su impacto econ贸mico result贸 feroz. La recuperaci贸n ef铆mera de los a帽os 20 eclips贸, asimismo, la situaci贸n problem谩tica del pa铆s en el tr谩nsito de la hegemon铆a brit谩nica 鈥搚 europea en general鈥 frente al coloso norteamericano develado tras las siguientes torsiones: la crisis de 1929, la prologada depresi贸n de los 30 y la Segunda Guerra Mundial. Nada volvi贸 a ser igual para la Argentina al confirmarse el car谩cter estructural de la restricci贸n europea a los commodities en los que nos hab铆amos especializado.
Y la inercia durante los 30 a帽os siguientes sent贸 las bases del supuesto progresivamente devenido sentido com煤n: la f贸rmula aut谩rquica de entreguerras era el mejor dispositivo impermeabilizante de las oscilaciones internacionales. Pero la industrializaci贸n protegida requer铆a de insumos, materias primas y tecnolog铆a que las debilitadas exportaciones agropecuarias no pod铆an suministrar; y no supimos definir una modalidad de inserci贸n novedosa en el nuevo escenario hegemonizado por Estados Unidos.
S贸lo hacia los 60 se coligi贸 la inconsistencia de ese imaginario emancipatorio en medio de una brutal puja distributiva agravada y retroalimentada por la crisis de legitimidad pol铆tica. Era menester reingresar al mundo exportando no solo nuestras exportaciones tradicionales sino tambi茅n una gama de manufacturas que, en las postrimer铆as de esa d茅cada, empezaron a descollar en los pa铆ses lim铆trofes. Electr贸nicos, textiles, y maquinarias se conjugaron con un sector agropecuario que dio signos de recomposici贸n luego de 30 a帽os de estancamiento.
Sin embargo, no fueron suficientes para detener la corrosi贸n de un Estado carcomido por los intereses corporativos y al borde de la quiebra fiscal. A eso se sum贸 la nueva crisis internacional de principios de los 70 con sus consecuencias ambiguas. El resurgimiento de un mercado financiero internacional como hasta 1930 habilitaba un camino para descomprimir en el corto plazo las carencias del fisco y la prosecuci贸n de la modernizaci贸n de la arquitectura productiva. Pero la pertinacia del primero restringi贸 al segundo; y la inflaci贸n reptante de los 50 y 60 se espiral贸 al comp谩s y la apertura financiera y comercial de fines de la d茅cada.
Lo que sigui贸 durante el medio siglo siguiente fue el resultado del cortoplacismo. Las reflexiones sobre nuestro sitio en el mundo quedaron reducidas a esl贸ganes de gobiernos impotentes que avanzaron a tientas detr谩s de las circunstancias. El resultado fue nuevamente paradojal: la expansi贸n de las exportaciones no redund贸 en un crecimiento sostenido sino en ciclos espasm贸dicos interrumpidos por crisis m谩s dram谩ticas que las de la etapa anterior como la hiperinflaci贸n en 1989-90, la hiperrecesi贸n entre 1999 y 2002; y el largo estancamiento comenzado en 2012.
No obstante, el fin de la Guerra Fr铆a y el desplome del bloque de pa铆ses comunistas representaron un b谩lsamo para nuestro comercio exterior que dej贸 huellas geopol铆ticas, productivas y geogr谩ficas: el Mercosur, el desborde de la tradicional frontera agropecuaria en el interior merced a la soja transg茅nica, los avances en fertilizantes herbicidas y plaguicidas y los feed lots ganadera. Viejos complejos agroindustriales hasta entonces restringidos al mercado interno como el vino, los aceites, el arroz, las olivas, el az煤car y el t茅, y bienes intermedios intensivos en capital como el acero, el aluminio, y la petroqu铆mica tendieron a extrovertirse.
Tambi茅n emergi贸 un prometedor complejo energ茅tico, una no menos promisoria miner铆a metal铆fera, y se redise帽贸 la industria automotriz. Pero el destiempo de la transici贸n de la sustituci贸n de importaciones hacia las exportaciones complejas determin贸 que aquellas otras bien encaminadas hacia los 60 no pudieran sobrevivir a los extrav铆os de las d茅cadas siguientes. Y que el car谩cter limitado de las exportaciones se conjugara con una destrucci贸n productiva que, por etapas, nos ha conducido al 50% de la pobreza social contempor谩nea, y a la consiguiente magnitud de la econom铆a informal.
La coyuntura contempor谩nea nos coloca ante varios desaf铆os. En primer lugar, las posibilidades de Vaca Muerta: contiene un potencial a plazo fijo de no m谩s de 3 o 4 d茅cadas que la revoluci贸n tecnol贸gica les reserva a las energ铆as no renovables. Su eficaz explotaci贸n podr铆a reducir en una d茅cada la pobreza a la mitad contribuyendo, asimismo, a desconcentrar la poblaci贸n de los hacinados conurbanos. La miner铆a ofrece otro nicho, al que deben sum谩rseles la prosecuci贸n de desarrollos localizados como los alimentos org谩nicos, o el a煤n poco sistematizado de nuestra 鈥渋ndustria sin chimeneas鈥: el turismo. Cada cadena requerir谩 de otras reformas entre las que se destacan la resurrecci贸n de nuestro postrado sistema educativo y la adecuaci贸n de una infraestructura log铆stica hoy al borde del colapso.
La falta de coordinaci贸n del Mercosur ha limitado sus alcances y han emergido otros horizontes, como el coloso chino que nos rescat贸 de los estragos m谩s acuciantes de la crisis de 2001, aunque sobrestimando sus alcances. La pospandemia devel贸, a su vez, otras flexiones, como la de los pa铆ses del sudeste asi谩tico y el gigante indio, que inducen a orientaciones m谩s matizadas en el orden regional. No habr谩 por ello que desatender al Mercosur, aunque s铆 corregir sus inflexibilidades proteccionistas. El dif铆cil acuerdo con la UE tal vez incube una oportunidad.
Pero la clave de una reinserci贸n m谩s plena en el comercio global estriba nuevamente en la pol铆tica que deber谩 alentar el desarrollo reparando nuestra extraviada integraci贸n social. Caldo de cultivo de aspectos oscuros de la globalizaci贸n que como el narcotr谩fico nos descubre a la intemperie.
Publicado en La Naci贸n el 16 de diciembre de 2024.
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