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20/12/24 | Noticias

Comercio exterior en Argentina: burocracia, tecnología y la necesidad de continuidad

Image En diálogo con Movant Connection, Sergio comparte su experiencia en el comercio exterior y la logística, tanto desde el ámbito privado como público. Aborda los desafíos que enfrentan las operaciones en Argentina, su vinculación con el Estado y cómo la tecnología puede ser clave para agilizar procesos.

¿Cómo describirías la relación entre el comercio exterior y la política en Argentina?
El comercio exterior tiene una relación directa con la política, lo que puede generar tensiones y desafíos constantes. Durante mis años como operador de comercio exterior, muchas veces nos sentimos tratados como enemigos por parte del sector público. Los organismos involucrados en las operaciones de importación y exportación, en lugar de facilitar el proceso, parecían frenar el desarrollo. Esto se debe, en gran medida, a la burocracia, que impone una cantidad de pasos y autorizaciones que muchas veces dificultan avanzar en tiempo y forma.

Cuando tuve la oportunidad de formar parte del sector público, mi perspectiva cambió parcialmente. Entendí que muchos de estos problemas no son necesariamente por falta de voluntad, sino por las mismas estructuras burocráticas que impiden que los empleados públicos puedan actuar de manera más eficaz aunque tengo la voluntad de hacerlo. Esto afecta directamente a las operaciones logísticas y al comercio exterior, donde cada día de demora incrementa los costos y genera problemas en toda la cadena de suministro.

¿Qué factores considerás que agravan los problemas del comercio exterior?
Uno de los principales problemas es la corrupción vinculada a la burocracia. Muchas veces, la falta de transparencia y los tiempos prolongados para obtener autorizaciones generan costos adicionales que afectan tanto a importadores como a exportadores. Por ejemplo, un insumo detenido en aduana puede frenar una línea de producción completa, lo que impacta directamente en los precios y en la competitividad.

Sin embargo, cuando existen gestiones que promueven la facilitación del comercio, los beneficios son claros. La velocidad operativa no solo reduce costos, sino que también genera confianza en los sectores productivos. Aunque los avances siempre se celebran con cautela, es evidente que cada cambio de gobierno en nuestro país suele traer un giro de 180 grados, lo que dificulta la continuidad de las políticas.

¿Cómo puede la tecnología ayudar a superar estos desafíos?
La tecnología es una herramienta fundamental para reducir la burocracia y aumentar la transparencia. Cada vez que se digitaliza un trámite, reducimos la posibilidad de interpretaciones subjetivas y aceleramos los procesos. Por supuesto, esto debe ir acompañado de un contralor estatal aleatorio, pero con tecnología avanzada es posible delegar más responsabilidades a los operadores y minimizar la intervención humana.

Cada región enfrenta sus propios desafíos políticos y económicos, pero es evidente que la tecnología aplicada al comercio exterior y la logística permite establecer sistemas más ágiles y confiables. Esto marca una diferencia sustancial entre economías que buscan expandirse y aquellas que se estancan debido a la falta de innovación.

¿Qué podemos aprender de otros países de la región?
Miremos a nuestros vecinos: Uruguay, Chile y Paraguay han logrado establecer políticas de Estado sostenidas en el tiempo. Por ejemplo, Uruguay exporta más carne que Argentina, algo impensado hace décadas. Esto se debe a decisiones estratégicas que priorizan el desarrollo económico y el comercio exterior más allá de los cambios de gobierno.

En nuestro caso, llevamos décadas de oscilaciones extremas, pasando de una política restrictiva a una completamente abierta, sin encontrar un punto medio que permita continuidad y previsibilidad. Sin políticas de Estado claras en temas clave como la reforma laboral, fiscal y la facilitación del comercio, vamos a seguir perdiendo competitividad y oportunidades.

¿Cuáles son las principales inquietudes de las empresas que asesorás?
Las preocupaciones varían según el tamaño y la naturaleza de la empresa, pero un tema común es la incertidumbre. Muchas organizaciones, tanto nacionales como internacionales, quieren invertir y crecer, pero se pregunta cuánto va a durar esta etapa, cuánto se mantendrá este escenario normativo. La falta de estabilidad en la legislación genera desconfianza, especialmente entre las empresas extranjeras, cuyas casas matrices son extremadamente cautelosas.

Otra gran preocupación es la falta de reformas estructurales. Aunque ha habido avances moderados en desregulaciones y en la reforma laboral, estamos lejos de lo que se necesita para crear un entorno competitivo. Sin una reforma laboral y fiscal, hablar de planificación a mediano o largo plazo es casi imposible.

¿Qué proyecciones hacés para el futuro del comercio exterior y la logística en Argentina?
Creo que la clave para el futuro está en la continuidad de las políticas de Estado. Necesitamos dejar atrás las oscilaciones extremas y construir un país con reglas claras que trasciendan los cambios de gobierno. Esto no solo generaría confianza en los inversores sino que también daría un respiro a los sectores productivos.

Como argentinos, tenemos un enorme potencial, pero debemos aprender de nuestro pasado reciente y mirar hacia nuestros vecinos. Solo con confianza y continuidad podremos alcanzar el destino de grandeza que merecemos.

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