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31/10/14 | Noticias

El misterio de los containers, las planillas del Chueco y una de Disney en el INDEC

Image Por Alejandro Bercovich

Un informe inquietante circula impreso por Paseo Colón, entre la avenida Belgrano y la Plaza de Mayo, con datos precisos sobre multinacionales que cayeron en la tentación de sobrefacturar importaciones para sacar dólares del país en plena sequía cambiaria. Con el establishment balcanizado tras el escandaloso coloquio de IDEA, el Gobierno aprovechó la semana para confrontar con los sectores empresariales más duros y eclipsar así a los candidatos opositores con chances, mientras reconstruye puentes con los patrones dispuestos a colaborar en la transición, como los metalúrgicos de ADIMRA y -más discretamente- la UIA. Para frenar el lento pero persistente avance de Mauricio Macri en las encuestas, Sergio Massa la emprendió ante petroleros contra Miguel Galuccio, con tan mala suerte que al día siguiente una revista de negocios lo nominó ‘CEO del año‘ con el voto calificado de otros gerentes. El tigrense se prepara para contraatacar con denuncias más graves contra el mandamás de YPF, aunque al entrerriano lo preocupa más el bajón del barril de crudo que amenaza con abortar el nacimiento de Vaca Muerta, su hijo pródigo y pasaporte de continuidad.

Mientras Diputados aprobaba con los votos justos la controvertida reforma de la ley de hidrocarburos que pidió Galuccio, Axel Kicillof echó del INDEC a su directora, Ana María Edwin, la más inexplicable sobreviviente de la era Moreno. Por primera vez en el año, no obstante, el ministro no consiguió llenar el casillero con tropa propia. En su lugar quedó otro viejo lugarteniente morenista, Norberto Itzcovich, quien había firmado un petitorio condenando las manipulaciones de estadísticas cuando empezaron -en 2007- y luego optó por archivar esas críticas a cambio del puesto de director técnico. Edwin y el Colorado pilotearon el ente mientras duplicaba su nómina de personal, con incorporaciones de dudoso valor profesional como la de los dos barrabravas que cayeron presos un mes atrás con 300 gramos de pasta base dentro de la propia sede de Diagonal Sur y Alsina.

Aun en su aburrido exilio romano, todos en el Gobierno le reconocen al ex supersecretario su talento innato para imponer apodos. El tiro, no obstante, le salió esta vez por la culata: en Economía ya no lo nombran sino como Walt Disney, porque cuando no pudo seguir dibujando creyó que zafaba con un congelamiento. Donde no hay dibujito animado que valga es en las góndolas, que empujan hasta a los gremios más oficialistas a reclamar un bono de fin de año para compensar la inflación. Algunos empezaron a esgrimir como argumento el que acaba de pagarse a los empleados de Aerolíneas Argentinas, que promedió los $10.000 por persona antes del descuento por Ganancias. Los peor pagos encaran protestas más ruidosas, como la organizada ayer por los estatales de ATE en el mismísimo Palacio de Hacienda.

Balcanistáblishment

El metalúrgico Juan Lascurain le ofrendó ayer al Gobierno el escenario ideal para ridiculizar al coloquio de gerentes de la semana pasada, donde los exabruptos de Daniel Sabsay eclipsaron la crisis que estalló entre Miguel Blanco (Swiss Medical) e Isela Costantini (General Motors) por la virulencia del discurso opositor que se adueñó de la vernissage marplatense. Pero el referente de ADIMRA también enfrentó críticas de algunos de sus colegas, que le reprochan al oficialismo haber abierto la compuerta a la maquinaria importada con la ley petrolera, la ley de energías renovables y la compra de trenes chinos por parte de Florencio Randazzo. Otro vasco de carácter, el massista José Ignacio De Mendiguren, le reprochó haber armado una ‘UIA paralela‘. Dentro de un mes, en Pilar, la UIA hará una conferencia que promete una síntesis entre IDEA y lo que se vio ayer: allí esperan a Kicillof y a Cristina (el año pasado se hizo durante su licencia médica) pero también a Massa, Macri y otros opositores.

El establishment atraviesa una inédita balcanización. Los más poderosos grupos patronales optaron por negociar por separado con Kicillof, como las alimentarias de COPAL, las automotrices de ADEFA, los supermecadistas de ASU, los metalúrgicos y hasta Techint. Contra los que considera extremistas, como Blanco, el ministro guarda munición más gruesa. Sabe por caso que varios de ellos figuran entre los mayores compradores de dólares ‘contado con liqui‘ del último año, lo cual no configura delito alguno aunque revela su apuesta por una inminente crisis devaluatoria.

Los banqueros se mantienen a la defensiva pero siguen confiados en que enero traerá algún tipo de arreglo con los fondos buitre que reabra el crédito externo, asfalte el camino a una transición sin crisis y vuelva a dejarles ingentes comisiones por tramitarlo. En esa perspectiva coincidieron ayer en una charla de Bank Magazine el jefe del HSBC, Gabriel Martino (uno de los que se mostró antes en IDEA) y el expresidente del Deutsche Bank, Marcelo Blanco. La City se queja pero no le ha ido mal en el año en que el salario real y el empleo retrocedieron juntos por primera vez bajo el kirchnerismo. En agosto los bancos registraron ganancias contables por $11.395 millones, según el Banco Central, y en los primeros ocho meses del año acumulan $87.982 millones, 67% más que en el mismo lapso de 2013.

Sobrefacturados

Massa jugó fuerte ante el Club del Petróleo. Flanqueado por su ministro de Planificación in pectore, Ricardo Delgado, fustigó a Galuccio por haber aumentado 120% las naftas desde la expropiación de Repsol y advirtió que lo reemplazaría por Oscar Vicente, el ex alfil de Perez Companc. Justo al día siguiente, la revista Apertura -insospechable de oficialismo- le propinó la bofetada menos pensada: coronó al de YPF como ‘el CEO del año‘. Las encuestas de la última quincena también lo golpearon, no porque lo muestren cayendo sino porque le acercan peligrosamente a Mauricio Macri. Así lo indican las últimas planillas que recibió el Chueco Mazzón en la Casa Rosada: en una de Analía del Franco, el renovador figura con un 25% de intención de voto y el jefe de gobierno porteño con un 22%.

Lo que promete más revuelo que esas planillas es el informe de Paseo Colón, que va y viene entre la Aduana y la sede central de la AFIP sin que nadie lo haga público. Lo elaboró una task force que trabaja en secreto al mando del coquista Carlos Sánchez y contiene pruebas de sobrefacturación de importaciones por parte de grandes empresas de consumo masivo. Según fuentes que transitan el corredor del bajo, el Gobierno ya inició acciones penales para castigar a esas firmas por contrabando agravado.

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