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20/10/14 | Noticias

Se espera un importante freno en el comercio internacional

Image Las grandes potencias exportadoras del mundo muestran señales de agotamiento, lo que reanuda las presiones para que muchos países devalúen sus monedas como una forma de reactivar sus economías.

El incremento de las exportaciones en numerosos países que dependen de las ventas de sus productos al exterior para impulsar su crecimiento ha vuelto a quedar corto frente a las expectativas de un repunte. Las exportaciones de Alemania, que tiene el mayor superávit comercial del mundo, registraron un alza del 0,9% en el 2013, después de promediar incrementos del 8% durante los años previos a la crisis del 2008. Las ventas externas de China, la segunda economía del planeta, crecieron 8,6% en el 2013 tras promediar aumentos de 20% al año durante una década.

El problema es generalizado y va más allá de los países que tienen un superávit comercial. La Organización Mundial del Comercio (OMC) redujo su pronóstico para el crecimiento del intercambio comercial mundial y advirtió que era más probable que lo revise a la baja, que al alza en el futuro. La OMC prevé una expansión del 4% del comercio internacional en el 2015, en lugar del 5,3% estimado con anterioridad.

El letargo del comercio es un síntoma de una recuperación decepcionante. "La economía global es más débil de lo que habíamos esperado", reconoció a fines de la semana pasada Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Se prevé que el FMI reduzca el martes su pronóstico del crecimiento del 2015 desde el actual 4%, un recorte que se suma a lo que la entidad califica como años de "decepciones en serie".

La desaceleración afecta a las principales economías emergentes de Asia y a los países desarrollados de Europa, cuyas perspectivas son tan sombrías que el FMI ha advertido sobre el riesgo de que sufran una "década perdida", como la de Japón, caracterizada por una inflación excesivamente baja y un crecimiento anémico.

Un fuerte repunte del comercio después de la crisis financiera ayudó a propulsar las primeras etapas de la recuperación global hasta el 2010. Desde entonces, sin embargo, se ha debilitado y no ha cumplido las expectativas.

La fragilidad de la economía aumenta la tentación de que los países devalúen sus divisas para aumentar la competitividad del sector exportador. Algunos ministros de Hacienda han vuelto a hablar de una guerra global de divisas, en alusión a una serie de devaluaciones que propician el crecimiento a corto plazo a expensas del resto de los Estados.

Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, ha elogiado la depreciación del euro, con lo que sugiere a los inversionistas que el debilitamiento de la moneda es uno de los grandes objetivos de la entidad. El gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, realizó comentarios semejantes en torno a la caída del yen. Corea del Sur y China han sido atacados por mantener la cotización de sus divisas más baja de lo que muchos economistas consideran un valor justo.

Devaluar la moneda es una estrategia más fácil que emprender reformas estructurales que deben sortear obstáculos políticos, en particular en el caso de los países que tienen un creciente endeudamiento y un alto desempleo.

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