Hace muchos años venimos diciendo que llegar a un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea es una quimera. El acuerdo marco entre el Mercosur y los europeos supera las dos décadas. Cada tanto se reanudan las negociaciones pero nunca se llega a un entendimiento sobre la familia de productos que son tan sensibles para ambas partes contratantes: el agropecuario.

En esta verdadera comedia de enredos ahora resulta que después de casi veinte años de reuniones para negociar la carne dentro del futuro acuerdo, la Unión Europea ofrece importar una cuota de 70 mil toneladas. Un chiste de mal gusto, por cuanto hace trece años (en 2004) nos había ofrecido comprar más de 100 mil toneladas nada más que de carne vacuna, sin incluir las demás.

Las 70 mil toneladas ofrecidas ahora vienen a significar que cada habitante de la Unión Europea consumiría de promedio anual unos 130 gramos de carne mercosureña. Una burla.

Los países del Mercosur en conjunto producen el 20 por ciento de la producción mundial de carne vacuna y el 22 por ciento del comercio internacional del rubro. Una proposición de compra tan avara y miserable merece nuestro repudio, algo que han evitado los gobiernos de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, probablemente por temor a represalias europeas u ofertas más ridículas aún.