Más de 15 años tardó la Argentina en lograr ingresar limones al mercado de Estados Unidos. En algunos pocos meses, y como intercambio, el país del norte consiguió que el gobierno nacional aceptara la importación de carne porcina.

La penetración estadounidense en el mercado local preocupa seriamente a los productores locales. Aseguran que la flexibilización en esa materia podría complicar a las economías regionales y también alertan que podría ingresar en el país una enfermedad para los cerdos que hasta ahora no existe.

Esta semana, El Diario Sur dialogó con Sergio Lamberti, dueño del frigorífico San José, que tiene una gran cantidad de sucursales en toda la provincia. Lamberti advirtió que “si estas importaciones no se regulan bien y se inunda el mercado con los productos extranjeros, entonces va a haber carne de sobra y se va a generar una baja en el precio que va a hacer que al productor no le sea rentable la actividad”.

Lamberti conoce bien el mercado porque trata con productores y puntos de venta. En los últimos años, y al calor de una tendencia mundial, el consumo de carne de cerdo en la argentina tuvo un crecimiento exponencial: de tres kilos anuales por persona en 2007 a un promedio de 12 en la actualidad.

“Antes el 80 por ciento del cerdo iba para la producción de fiambre. Ahora eso es solo la mitad y el resto se consume como carne fresca”, explicó Lamberti. Y agregó: “En cualquier carnicería o restaurant se ofrecen cortes de cerdo, como la bondiola y el pechito, que están de moda, antes eso no era común”.

La producción de cerdos en la Argentina no alcanza a cubrir la demanda del mercado local. Por eso en los últimos años se importó carne porcina desde Brasil y Dinamarca. Ahora se suma Estados Unidos.

“Si está bien protegido y las cosas se hacen de a poco, no debería afectarnos tanto, porque serían 500 toneladas por mes”, sostuvo Lamberti.

Otros críticos apuntaron contra la rapidez con la que el gobierno levantó las barreras de las importaciones. El presidente de la Asociación Argentina de Productores Porcinos, Juan Uccelli, manifestó: “Pedimos condiciones similares, resguardo del tema sanitario, algo que como son las condiciones en Estados Unidos no está dado. Para abrir un mercado se tardan dos años o dos años y medio, y acá antes de fin de año va a llegar el primer contenedor”.

Además, Uccelli dio detalles sobre el trato bilateral: “En la primera negociación que hubo, del lado de Estados Unidos solicitaron la apertura de la importación de la carne de cerdo, y del lado argentino el ministro Francisco Cabrera les dijo que sí. En ese momento vinieron con todo el triunfalismo por la exportación de limones. Pero hasta agosto no ha viajado ni un solo limón para allá”.

Otro de los puntos que señalan quienes se oponen es la barrera sanitaria. Los actores que integran el sector afirman que la carne de Estados Unidos no es ajena a enfermedades que podrían contaminar la cría de animales y romper con la tradición de zona libre de enfermedades.

La afección más temida –presente en muchos países, incluido Estados Unidos, pero no en la Argentina- es el síndrome respiratorio reproductivo porcino, que es una enfermedad viral que afecta a los animales en su desempeño reproductivo y les puede llegar a bajar la productividad en un 50 %.

A pesar de las críticas, el ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, afirmóque la apertura es una decisión tomada y la calificó como “positiva para la relación bilateral y para el mercado”. “Siempre ayuda competir. En la Argentina ha habido una revolución de la producción porcina y lo que ayuda es el intercambio bilateral. No hay experiencias de países absolutamente cerrados que crezcan”, justificó el funcionario.