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03/05/16 | Noticias

Una nueva política exterior para un nuevo escenario

Image Por: Lautaro Rubbi

La economía global está cada día más integrada. En la actualidad, el desempeño de un país depende de dos componentes: su integración al sistema y la vitalidad de sus indicadores económicos domésticos. En los últimos años, la Argentina se caracterizó por problemas en ambos.

Gran parte del crecimiento económico experimentado durante la gestión de Néstor Kirchner y Cristina Fernández estuvo sostenido en los altos precios de los commodities, principalmente impulsados por el crecimiento de las potencias emergentes, China y Brasil, en especial. La actual administración enfrenta un escenario diferente.

La Argentina se benefició durante años de un modelo de crecimiento de la economía china basado en la inversión extranjera, el desarrollo industrial e inmobiliario y las exportaciones baratas. Hoy ese modelo está en transición hacia otro, centrado en el mercado de consumo interno, con mayor foco en la calidad, los servicios, el valor agregado, la cohesión social y la innovación. Así, luego de años de crecimiento acelerado, la economía de China ha perdido impulso.

El enfriamiento del mercado inmobiliario, consumidores cautelosos y la debilidad de la demanda global llevan a un modelo donde las cifras de crecimiento de dos dígitos han quedado atrás y los objetivos en el área son más modestos. En el 2015, el crecimiento de la economía china fue del 6,9%, su nivel más bajo desde la crisis financiera global, en 2008-2009. El impacto en el comercio bilateral es claro. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), las exportaciones chinas a la Argentina disminuyeron de 11,3 mil millones de dólares en 2013 a 10,7 mil millones en 2014. Las exportaciones de nuestro país pasaron de 6,1 mil millones a 4,9 mil millones. El comercio apenas se recuperó levemente en 2015. Esta merma en el comercio bilateral impacta tanto en las perspectivas de crecimiento de la Argentina como en la recaudación fiscal del nuevo Gobierno.

El otro BRIC que afecta a nuestro país es Brasil. La crisis política y económica que está atravesando Brasil impacta fuertemente en el país y en su región. En números del Indec, las exportaciones brasileñas hacia la Argentina disminuyeron de 19 mil millones de dólares en 2013 a 13 mil millones en 2015. Las exportaciones argentinas hacia Brasil pasaron de 17 mil millones en 2013 a tan sólo 10 mil millones en 2015, un retroceso significativamente más agudo que el de las importaciones, que afecta a múltiples industrias al interior de la Argentina. Mientras que ambos factores disminuyen, el saldo argentino respecto de sus principales socios se mantiene deficitario.

A estas adversidades en los mayores socios comerciales del país se suma, entre otras cosas, el fin del superciclo de los commodities, principales exportaciones del país. Entre enero de 2011 y enero de 2016 el índice de precios de commodities del Fondo Monetario Internacional (FMI), que excluye combustibles, retrocedió un 40%, en tanto que el que incluye combustibles disminuyó un 55 por ciento. La economía mundial presenta signos de agotamiento.

La política exterior de Mauricio Macri plantea dos objetivos fundamentales, en íntima relación con su política interior. En primer lugar, el objetivo de pobreza cero demanda la colocación de producción doméstica en el escenario internacional para lograr crecimiento económico. En segundo lugar, la generación de puestos de trabajo implica cuidar racionalmente el valor agregado producido por el país y generar un crecimiento de la producción. Ambos demandan una integración creciente y prudente al mundo.

Frente a estos objetivos, la actual situación de los principales socios del país durante la última década se presenta como un problema. Esta realidad explica las razones para sumar nuevos socios, reforzar vínculos y diversificar el comercio exterior. El acercamiento a Estados Unidos y la Unión Europea, a la vez que el mantenimiento de las relaciones con Rusia, se orientan en este sentido. Es desafío del nuevo Gobierno adaptarse a un mundo cada día más complejo, donde las alineaciones irrestrictas juegan en contra y la diversificación para evitar los impactos de la volátil economía global será fundamental.

El autor es Docente investigador del Instituto de Ciencias Sociales de la Fundación UADE –CONICET.

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